Sonadores y otros tocadores son venidos de todos los rincones del reino para animar la Festa. Músicos de toda Europa actúan durante los días de su celebración inundando las calles con sus sonidos. Los edificios nobles y las murallas son el telón de fondo de los espectáculos y cada rincón de la ciudad se convierte en un improvisado escenario. Pasear por el casco antiguo es adentrarse en el pasado.
Cuando el día cae es el momento de los bailes: nobles y menestrales danzan, sin importar condición, al son de antiguas melodías. El galanteo señorea el baile y en los pequeños detalles y gestos se encuentra la seducción. La fiesta nunca deja de estar presente, tal como los Señores Procuradores animaban en el pasado a los ciudadanos a que hiciesen: “balls i bullícis, jocs i regosijos, los més exquisits y graciosos que mai sien fet” (bailes y bullicios, juegos y regocijos, los más exquisitos y graciosos que nunca se hayan hecho).