La ciudad era gobernada por un reducido grupo con intereses comunes y lazos familiares, más allá de los conflictos internos que pudieran darse, que controlaban las instituciones locales y se alternaban en su gobierno, además de poseer la mayor parte de las propiedades y tierras y controlar los recursos económicos. Este patriciado urbano, característica de las ciudades bajo medievales y de la Edad Moderna, era el llamado patriciado urbano. Tortosa hablando en sentido estricto, al ser una ciudad que dependía del rey, no tendrá una nobleza propia, sino que serán estos ciudadanos quienes dirijan la vida local, muchas veces también conseguirán privilegios de nobleza y serán nombrados caballeros o donceles.
Uno de los colectivos de voluntarios destacados de la Festa del Renaixement, agrupados bajo el epígrafe de las familias nobles, es el que representa estas familias dominantes en la Tortosa del seiscientos, participando en los Actos Propios y en las ceremonias, muchas veces junto a los procuradores, reconstruyendo los actos más solemnes de la época. Ataviados en suntuosas prendas, propias de la Corte y la nobleza de la época, su presencia se caracteriza por la espectacularidad en la puesta en escena y el rigor en la elaboración de la indumentaria y sus complementos.