La ciudad de Tortosa ha sido un asentamiento estratégico, un terri- torio codiciado y sitiado históricamente. La defensa de la plaza fuerte, protegida de manera natural por el curso del Ebro y las colinas que la rodean, se ha reforzado desde la antigüedad con la construcción de murallas, las cuales han ido variando de perímetro en función del crecimiento de la población, de la evolución del espacio urbano y de las necesidades defensivas de la ciudad y del territorio.
La organización de la defensa de la ciudad en el siglo XVI estaba basada en los trasts. Este término se utiliza en los documentos para nombrar los diferentes tramos de la muralla, quince en total, en que se dividía el parámetro amurallado que protegía la ciudad. El mismo nombre recibían cada uno de los grupos de hombres o milicianos a los que correspondía la defensa de los diferentes tramos de muralla.
Los diferentes estamentos que conformaban la totalidad de la población: nobles, ciudadanos honrados y menestrales, participaban en la defensa de la ciudad. Los principales linajes, entre los cuales figuraban los más ilustres apellidos: Curto, Torrelles, Canyissar de Sebil, Jordà, Sebil, Boteller, Soldevilla y Despuig, entre otros, capitaneaban y tenían a sus órdenes los menestrales y parroquianos pertenecientes a las diferentes cofradías de la ciudad, que conformaban el grueso de las milicias. Además los trasts contaban con un atambor (tambor), dos toquadors (trompeteros) y una bandera con sus colores identificativos.
Las cofradías podían tener dos orígenes: parroquiales o devocionales y gremiales. Las primeras aglutinaban la población de una parroquia o barrio, y recibían el nombre de la dedicación o advocación de ésta, un ejemplo era la de San Jaime. Las segundas se organizaban según diferentes oficios: pescadores, sastres, zapateros, carpinteros, etc.
Las cofradías de carácter gremial eran instituciones complejas. La prohibición de que los diferentes oficios pudieran organizarse en gremios hizo que se aprovecharan las cofradías o asociaciones de devoción religiosa como instrumentos reguladores de los oficios, y que establecieran criterios de acceso y medidas de control de la calidad de los productos. Las cofradías se muestran, de esta forma, como instituciones religiosas vertebradoras del tejido social, económico y de la defensa de la ciudad.
Además de los quince trasts ya nombrados, participaban en la protección de las murallas un total de cuatro capitanías de Socorro formadas por: la cofradía del Temple; los hombres de las cofradías de los carpinteros, plateros y albardanes, y los hombres procedentes de Xerta, Aldover, la Galera, Godall, el Mas de Barberans, Benifallet, el Perelló, la Fullola y Tivenys. Y dos capitanías: una para guardar el castillo y una de artillería.
La documentación del Archivo Histórico Comarcal de las Tierras del Ebro ha permitido reconstruir el plano de la ciudad y situar los diferentes trasts de defensa.